jueves, 3 de enero de 2013

poniendo puertas al campo


Sobre el tratamiento que se deba dar a las parejas de convivencia estables o "de hecho", ya marital -sacramental- o legal, ya hetero u homo, resulta sociológicamente curioso el "entuerto" montado tras los intereses contravenidos. ¿Cuántos homo-hetero han pasado por los altares, desde reyes-reinas hasta el más insignificante ciudadano o súbdito, que al caso, de poco vale en este momento los distingos? Más que de sacrosantos "misterios" se ha tratado siempre de sacrosantos "intereses" patrimoniales (hereditarios).

El primer concepto de "matrimonio" es un arcano que si bien nace "del Derecho Romano" tal, en la actualidad es circunstancial al hecho-fenómeno religioso, y dado que nuestra Constitución se declaraba laica, debiera desprenderse de aquellas ataduras conceptuales-jurisdiccionales "religiosas".

También se da el hecho que el contrato patrimonial de unión de bienes y servicios, de motu propio se establece entre personas iguales ante las leyes. Puesto que ante las leyes no se puede discriminar por sexo, la identidad sexual no puede contravenir los derechos que se derivan de ser persona. Así que cada cual según sus libertad puede optar por el modo de convivencia "estable" (establecido acorde a unas leyes regulares).

Sobre el asunto de que los "homos" no pudieran adoptar y criar-educar hijos, es otra "ilegalidad" dado que si los "homos" surgen de parejas "heteros"; ¿no se puede admitir que de "homos" surjan "heteros"? ¿Cuándo nos vamos a enterar que la "civilización" no puede controlar a la naturaleza?

Y éstos, ¿no son los mismos que se oponían al divorcio? ¡Señores, un poco de sentido común!, ¡"quijotes", poned puertas al campo

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