miércoles, 4 de noviembre de 2015

Las confabulaciones del Destino


Las creencias de hoy no son de ahora…   “creernos en manos de los dioses” es ya antiguo…   si protegido de Hera, enemistado de Zeus, y enmarañado con los partidarios de los tales y cuales… y por ello, entendiéndose al ser humano cual juguete de un destino, y los consecuentes e inherentes desatinos añadidos…   (“daños colaterales” que llaman ahora)

Reminiscencias del pasado ancestral sobre nuestro pensamiento actual…   algo así como el coxis óseo en nuestro esqueleto, vestigio de lo que un día fuéramos… Así los “clásicos” y desde entonces… creencias para acaparar aflicción y alivio… o consuelo en la justificación que lo que nos ocurra, “ocurre por algo”…  -así ya tramado también en la urdimbre bíblica… y de aquellos tejidos, nuestros vestidos-, cuando ocurre por nada, proyectando en el cielo nuestro confuso infierno.

Así la Tierra, así el Cielo. Las confabulaciones y tribulaciones de aquí, puestas allí, “en el Cielo como en la Tierra… Ciertamente, aquí “sobre el terreno”, son observables maquinaciones, revoluciones, sublevaciones, confabulaciones,… para infringir un mal generalizable a muchos, y lograr la “ortopraxis” de pocos…   Así por los siglos… y de ello, sin cuestionar, llegar a creer que sea sempiterna la injusticia. Luego nos creamos–creemos la redención con un mesías… y hasta el mismo Jesús de Nazaret se halla contextualizado en un momento crucial de dominación… y como rebelde, aniquilado por disquisiciones “jurídicas” (normativas) emanadas de esa Casta dominante-confabuladora para explotar…


Pero ahora yo me pregunto, ¿si existe el mal, por puro contraste, su antagónico bien es precisa su presencia?… ¿Existen confabuladores del bien?... ciertamente, ¡no!  Los “buenos”, no confabulan… son pacíficos, mansos, inocentes… en su lugar crecen unos “seudos”, aprovechados que bajo el marketing de lo “bueno-bonito-barato”, clavan el fraude… ¡Ah, y me quedan los “ángeles custodios”, figuraciones celestes que nos protegen… sin enmendar desatinos y destino… remediando, dicen, pero sin curar, ¡Es lo que hay!