miércoles, 2 de diciembre de 2015

¿Qué hay del pasado en nuestro presente?

De cara a la Celebración del “Día de la Constitución”.
Una constitución de ciudadanos libres, iguales en un estado de derecho,  cohesionados y solidarios.

Es en la Baja Edad Media* cuando el poder de la monarquía se encuentra incipiente, y el poder de los GREMIOS PROFESIONALES comienza a aglutinar sus fuerzas, tanto económica como evidentemente, social, es entonces cuando aparecen formulas de contratos vinculantes entre la realeza y estos sectores profesionales conscientes de su pujanza y presencia. En estos momentos la realeza ejerce una fuerza “representativa” que necesita de la fuerza pragmática y operativa de llevar a cabo determinadas empresas de interés común. Estos acuerdos o fueros conectaban las aspiraciones de ambos bandos. Es de este modo como la monarquía adquiere una fuerza que descuella sobre la nobleza estamental en la que logra imponerse no sin permanentes conflictos… La Nobleza valía su importancia en la prestación de protección, que no de producción, donde si pesa el carácter emprendedor comercial y producción del nuevo sector de población… El castillo y la abadía dejan de ser centro del organigrama de la población para pasar a la ciudad y la acción CÍVICA y comercial.

Al construirse el Estado Moderno se descompensa este equilibrio de fuerzas al magnificarse el bando monárquico con el ejercicio del Autoritarismo que deriva al Absolutismo, cuyo exceso le llevará a la quiebra, primero con la Independencia de los EE.UU. de América respecto del Reino de Inglaterra, y la posterior Revolución Francesa, cuando se redactan cartas (de los Derechos del Hombre), contratos (social), declaraciones (de independencia) y constituciones… y la sociedad de ese momento reequilibra fuerzas y dinamismo.

Son los escritos y doctrinas de los Humanistas, sobretodo Erasmo de Rotterdam, y luego los Ilustrados, Voltaire, D´Alembert, Rousseau, Montesquieu, éste en el Espíritu de las Leyes y su división de poderes, sobretodo éste último, los que ponen las bases para la revolución y consiguiente transformación de la sociedad monárquica en burguesa, y años más tarde, en proletaria, mediante las doctrinas de Marx y Engels… Estos nuevos Estados precisan de Declaraciones-Contratos que armonicen las demandas y aspiraciones de toda la población. La necesaria transformación al hilo de los tiempos encontrará grandes trabas sobretodo por esas facciones sociales que caducas se resisten a perder privilegios y que desadaptadas buscan cómo sobrevivir y justificar su presencia, sobretodo en sociedades viejas como en los Estados europeos…

* la Edad Media (“europea”) dispone de una idea central común que aglutina a los diferentes territorios romanizados en el que subyace la necesidad de la recuperación de la Identidad idealizada y añorada del Imperio romano. En esta concepción de Imperio se sustituye al adversario bárbaro por el creyente del Islam, cuya fe aglutina a muchos pueblos que compiten en la dominación-acaparación de la economía y riquezas, en cuya situación lograra esplendor y garantías de seguridad.  Del Imperio Romano de Oriente guarda la sacralización de los estamentos del poder con la que pretende aglutinar a esta sociedad. La fe, la religión, se argumenta y reviste como justificadora de las acciones del existir del hombre. El hombre vive y muere por la religión. La guerra, instrumento de combate y eliminación de adversarios se sacraliza, y “por Dios” se legitima la muerte… simples guerras de religión, que esconden la aniquilación del ser humano.

¿Qué hay del pasado en nuestro presente?

como podemos ver aún perduran muchos atuendos mentales...