jueves, 15 de julio de 2010

EDUCACIÓN, GENERACIÓN O CAMBIO DE ESTILO


Se habla de la mala calidad del sistema educativo. Se denigra a tal o cual ley como si la ley fuera la que hace “per se” que toda una sociedad actúe de una determinada manera (siempre que hablemos de/en “sistemas democráticos”). También cabe añadir a aquellas “leyes de acompañamientos” que se constituirían en condiciones necesarias… y quizás suficientes, para que la ley matriz, lograra su fin; y que “por falta de ambición-convicción” no refuerzan –al margen del costo- las medidas dictadas en la ley origen.

Reitero, las leyes no garantizan el logro del fin que propone. Las leyes son declaraciones formales que una sociedad ha de aplicarse a sí misma,… de tal modo que cuando la ley dicte una norma y la sociedad “piensa otra” el poder ejecutivo saca su resorte “punitivo” pero si éste se ve interferido por el amagamiento del juego político… ¡apaga, y vámonos, NO SEAMOS ILUSOS!. Antes, la ejecución quedaba en manos “del cuerpo de inspectores”, en este nivel residía la responsabilidad de pragmatizar el proyecto legal, y en este ámbito “se cocinaba, y se pasteleaba”; los “digos y diegos” eran condimentos de los “pucheros y ollas”, ahora, descaradamente, según que gobierno de tal o cual “autonomía”, se permiten aplicar, o no, la norma legislada. Siempre los “Ins Pectores” han sido “delegados del poder político”, hoy son rematadamente políticos. Quedando en la “población”… una cuestión, ¿si ellos no, por qué yo sí? Y surge el fraude, ¡bueno uno de los muchos tipos! (NO LO JUSTIFICO, PERO LO EXPLICO).

Vemos que la ley surge de nuestros gobiernos. Gobiernos caducos y cortos de miras, a los que tampoco se les ve convencidos o fuertes porque el propio sistema los monta “coaligados o supeditados” a los intereses de sus adversarios. Gobiernos, de un mismo color político, que según en qué circunstancias (autonomías) defienden posturas distintas.

Los gobiernos… y la misma sociedad, constantemente en evolución, cuyos cambios forjan en el ciudadano, un “no compromiso”, por la caducidad de todo lo que sostiene entre sus manos. El concepto del “prêt-à-porter” está muy manido, pero nuestra sociedad, [económicamente desahogada, -aunque más bien explotada- puesto que conoce sus recursos, y , quizás por las “modas” y en parte por el sistema de producción basado en el bajo costo (baja calidad-bajos salarios, por ser competitivos en unos mercados cada vez más globalizados)] “aprende” a “sobrevivir con cuatro prendas que no aguantan tres lavados”. Este es el producto del consumismo absurdo, basado en la cantidad, olvidando la calidad.

Antes se creyó, y en el doctrinario político figuraba, que la educación transformaría la sociedad…, hoy, pese a que se cree por nuestra población incrédula, la educación es un producto más del mercado, donde ya no “vale la Educación” sino determinadas “Marcas Educativas”, ligadas siempre a “inversores privados”(¡claro que esto no es de ahora, sino que ahora se ha multiplicado y diversificado…) Haciendo que el propio sistema, y la misma sociedad, ya no conciba al objeto de la educación como garante de la calidad, sino de la “reputación de la buena marca” que se usa y “viste”. Los logotipos e iconos se lucen en ropas, autobuses y spots publicitarios, desde escuelas infantiles hasta las universidades, lo avalán.

Antes había Educación (no es verdad), hoy hay educaciones. Bueno, analicemos: la cultura del esfuerzo –elemento muy solicitado por todos los “reformadores” de leyes-. Digamos que para esforzarnos, necesitamos una meta y una voluntad. Nos es preciso definir un deseo, un proyecto, y poner los medios, entre los que no pueden faltar los recursos. En la faceta del esfuerzo interfieren “la motivación de logro y el alcance de expectativas”. Mediante este tándem cada individuo define sus pasos o etapas, bien para desarrollar un simple “hobby”, una simple relación emocional de pareja, o una cualificación profesional más o menos compleja.

Observo que lo inmediato, y la acomodación, inclinan la tendencia (o moda estadística) de nuestra población desarrollada. En base a estos dos factores, la inteligencia instintiva, basada en reflejos, se impone. Se impone este “estilo” frente a aquellas otras inteligencias (reflexivas, analíticas,… ) Ya no somos “inteligentes”, ahora somos “factualmente inteligentes”.

La comercialización de diferentes productos troquelan las capacidades/instrumentos, y de igual modo que aquel arcaico bisel sobre la arcilla, conformó el sistema de escritura cuneiforme… ahora, igualmente, observamos como los actuales instrumentos de “escritura” componen y conforman nuevos sistemas de comunicación (chat,… sms,…) y si llega el caso uno sustituye al otro, como entonces.

La educación es un producto de la sociedad misma. Así como es y vive una sociedad, así será su sistema educacional. Y en la sociedad existen “franjas de edad”. Actualmente estamos aceptando el constructo explicativo de “generación”, si bien es verdad que este modelo teórico es ya antiguo y ceñido al mundo literario: del 98, del 27, de la postguerra, del 50,… Hoy, superando el corpúsculo restringido de unos selectos, puede “sociológicamente” abarcar a una gran parte de la población. Ciertamente, los hechos que modelan y moldean al ciudadano configuran un modo y estilo de ser. De la “generación teleadicta” en la que nos encontramos, nos vamos introduciendo en la “generación cibersocial” que incipiente, no lleva ni cinco años, alcanza, sin embargo, al 80 % de la población entre los 12 y los 18 años.

Llegado a este punto cabe preguntarse ¿vive la educación un fracaso? O está viviendo la educación una transformación, un “cambio” de cauce, de dirección, de sentido, (por la propia “sociedad) para que la sociedad “actual” explote su potencialidad frente a los retos que se afrontan al encarar al “futuro”. Cuando revisamos hacia atrás, nos cuestionamos y hacemos bien en plantearnos, no las formas –ya caducas- sino el sentido; si las estrategias que aplicamos van en la dirección de generar garantías.

La respuesta de los políticos e ideólogos no la creo acertada, quienes ven que el problema educativo es un problema político, enmarañan la situación y no aportan vías de solución.

Quienes creen que el problema de la educación radica en la acomodación social, tampoco, si bien le condiciona, y en gran medida. El modelo “nemótico” basado en la memoria, es normal que fracase. [No podemos obviar que los niños de 1 a 12 años consumen más del 60% del presupuesto familiar, en determinados tipos de “marcas” de comidas, ropas, zapatos, juegos, móviles… de última moda y tendencia. Así como la sobresaturación de “información” televisiva (“¿cómo quieres que me acuerde de lo que sucedió hace ocho años si, por la televisión no consigo acordarme de lo que hice hace ocho minutos?”Bart a su padre Homer Simpson)]

Por tanto y concluyo: El reto más grande de la educación es que es un instrumento de competitividad, de posicionamiento de vanguardia, y éste es su dilema. Las formas usadas en el pasado queden como piezas de museos, curiosas, pero en medida alguna para “reproducirlas”, el futuro requiere imaginación, inteligencia, creatividad, ilusión, esfuerzo… y equipo (colegialidad), CREEMOS NECESIDADES, PLANTEEMOS DEMANDAS, la educación siempre es futuro. Y la propia información que disponemos de la educación nos retroalimenta, y cual organismo vivo, requiera “dieta”, contención, vigilancia, y esta línea, esas “comparaciones” de sistemas y esas evaluaciones e informes “externos”(P.I.S.A. , O.C.D.E,…) nos refresquen y aireen nuestros pasos, dados y por dar.

Hoy, más que nunca, la educación dispone de cuanta información se requiera a través de internet, por lo que ha de propiciar la "organización de datos", proporcionar "procesos y secuencias", bases y esencias, basadas en la inteligencia analítica-sintética y la lógica.