lunes, 6 de agosto de 2018

Los apriorismos de las mentiras:




Los apriorismos de las mentiras: las supuestas verdades enmascaradas por:

la belleza, la opulencia y la sapiencia; y a veces también por la supuesta dignidad de la autoridad en las instituciones, ya civiles, ya religiosas.



Los conceptos de, belleza como de justicia, resultan innatos. Todos, aunque unos sean más que otros, pero todos, al fin y al cabo, sienten-perciben de un modo natural lo que es bello y justo … Luego, cada cual conlleva con mayor o menor sintonía estos “atributos” a sus fueros e intereses.

El hecho es que una vez poseídas tales cualidades o atributos, se intentan apropiar en exclusividad y negar a los otros, y si no, “acumularse” no en igual sino más, en mayor cantidad de atribución. Por tanto, la belleza como la justicia nos la intentamos aprovechar-apropiar para nuestro exclusivo disfrute, porque previamente-a priori, nos la atribuimos como bien “por derecho” propio, de nuestra propiedad y disfrute, excluyéndoseles a los demás.

Con la opulencia y la sapiencia viene a ocurrir lo mismo. Lo que nos es dado por circunstancias aleatorias, nos lo investimos por derecho divino, cual santo y seña de nuestra persona entronizada. No se interpreta ni entiende como devenir, sino como prerrogativa o predestinación, (y con la predestinación, la justificación para hacer lo que quiera, ya que, no es su interés personal, sino que, desdoblada su personalidad, adquiere un “nos” mayestático colectivo atribuyéndose autoridad, a través del poder, para suplantar a la sociedad) pero no como fruto de circunstancias, tales como una dificultad en la metabolización de azucares o sustancias puede provocar en mi cerebro diferentes respuestas …



El hecho es que la belleza, opulencia y sapiencia actúan en nuestras vidas como refulgentes reclamos, al que nos entregamos desequilibradamente y así por amor, dinero o saber, llegamos a perder la cordura.



Nos habremos percatado como en las películas casi siempre vienen a ofrecerse modelos sociales situados económicamente en grado satisfactorios, con poderes adquisitivos incuestionables … al par que se instruyen subliminalmente las pautas de conductas convenidas según juegue su juego el protagonista según el guionista… Estos filmes catárticos están “diseñados” para que la mayoría huyan de su mediocre existir, de sus anodinas y rutinarias costumbres… impuestas por la obligación de cumplir protocolos a ciegas… en los cuales siempre existen unas tramas, sobre su urdimbre, como tapiz ilustrativo de penélopes que aguardan su oportunidad a la espera de su ocasión odisíaca… Siempre inmersos en proyectos o propósitos de complejas redes corporativas y financieras, enfocados o desenfocados desde unos ángulos inversos y adversos, difíciles de enjuiciar entre el fin y los medios, entre el hecho que se hace y el cómo se hace y se lleva a cabo … debatiendo sin determinar qué diferencia ética establecer entre enriquecerse con drogas o con medicamentos, donde se lucran de unos seres dependientes por la enfermedad o la adicción, … o poniendo en juego la seguridad, se trafica con armas y por éstas se montan conflictos que genere nuevas demandas …



Nos gobiernan desde dependencias creadas … tener un trabajo, para obtener un vehículo y una casa donde guardarlo, y una persona del sexo elegido con la que compartir y/o exhibir apariencias de belleza, opulencia o sapiencia … y la supuesta dignidad de la autoridad en las instituciones, ya civiles, ya religiosas, de las cuales siempre se cabe esperar la integridad y coherencia con los discursos morales de las que hacen gala, y que más bien regala cuales perlas en zahúrdas… pues las mayores aberraciones se amañan y trajinan en estos obradores y tahonas cociendo sus planes, donde pierdan quienes pierdan siempre que ellos ganen.

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