Los apriorismos
de las mentiras: las
supuestas verdades enmascaradas por:
la belleza,
la opulencia
y la sapiencia;
y a veces también por la supuesta dignidad de la autoridad en las
instituciones, ya civiles, ya religiosas.
Los
conceptos de, belleza como de
justicia, resultan innatos. Todos, aunque unos sean más que otros, pero todos, al fin y al cabo, sienten-perciben de un modo natural lo que es bello y justo …
Luego, cada cual conlleva con mayor o menor sintonía estos “atributos” a sus
fueros e intereses.
El hecho es
que una vez poseídas tales cualidades
o atributos, se intentan apropiar en
exclusividad y negar a los
otros, y si no, “acumularse” no en igual sino más, en mayor cantidad de
atribución. Por tanto, la belleza
como la justicia nos la intentamos aprovechar-apropiar para nuestro exclusivo
disfrute, porque previamente-a priori, nos la atribuimos como bien “por derecho”
propio, de nuestra propiedad y disfrute, excluyéndoseles a los demás.
Con la opulencia y la sapiencia viene a ocurrir lo mismo. Lo que nos es dado por
circunstancias aleatorias, nos lo investimos por derecho divino, cual santo y
seña de nuestra persona entronizada. No se interpreta ni entiende como devenir,
sino como prerrogativa o predestinación, (y con la
predestinación, la justificación para hacer lo que quiera, ya que, no es su interés personal, sino que, desdoblada su
personalidad, adquiere un “nos” mayestático colectivo atribuyéndose
autoridad, a través del poder, para suplantar a la sociedad) pero no como fruto de circunstancias, tales como una dificultad en la metabolización de azucares o sustancias puede
provocar en mi cerebro diferentes respuestas …
El hecho es
que la belleza, opulencia y sapiencia
actúan en nuestras vidas como refulgentes reclamos, al que nos entregamos
desequilibradamente y así por amor, dinero o saber, llegamos a perder la cordura.
Nos
habremos percatado como en las películas casi siempre vienen a ofrecerse
modelos sociales situados económicamente en grado satisfactorios, con poderes
adquisitivos incuestionables … al par que se instruyen subliminalmente las
pautas de conductas convenidas según juegue su juego el protagonista según el
guionista… Estos filmes catárticos están “diseñados” para que la mayoría huyan
de su mediocre existir, de sus anodinas y rutinarias costumbres… impuestas por la
obligación de cumplir protocolos a ciegas… en los cuales siempre existen unas
tramas, sobre su urdimbre, como tapiz ilustrativo de penélopes que aguardan su
oportunidad a la espera de su ocasión odisíaca… Siempre inmersos en proyectos o
propósitos de complejas redes corporativas y financieras, enfocados o
desenfocados desde unos ángulos inversos y adversos, difíciles de enjuiciar
entre el fin y los medios, entre el hecho que se hace y el cómo se hace y se
lleva a cabo … debatiendo sin determinar qué diferencia ética establecer entre
enriquecerse con drogas o con medicamentos, donde se lucran de unos seres
dependientes por la enfermedad o la adicción, … o poniendo en juego la
seguridad, se trafica con armas y por éstas se montan conflictos que genere
nuevas demandas …
Nos gobiernan desde dependencias creadas … tener un trabajo, para obtener un vehículo y
una casa donde guardarlo, y una persona del sexo elegido con la que compartir
y/o exhibir apariencias de belleza, opulencia o
sapiencia … y la supuesta dignidad de la autoridad en las
instituciones, ya civiles, ya religiosas, de las cuales siempre se cabe
esperar la integridad y coherencia con los discursos morales de las que hacen
gala, y que más bien regala cuales perlas en zahúrdas… pues las mayores
aberraciones se amañan y trajinan en estos obradores y tahonas cociendo sus
planes, donde pierdan quienes pierdan siempre que ellos ganen.
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