A la luz de
las sombras
de la muerte,
observo y veo,
que en la
vida que vivimos,
atravesamos múltiples
adolescencias,
la primera,
cuando accedemos a la infancia.
En todas nos
transformamos,
pero de cómo
resolvamos
esta
transmutación nuestra,
así un estilo
y tendencia
que hemos de
conocer y gobernarnos.
Era propio
que en una sociedad beligerante
todo se
resolviese entre contrincantes,
siempre el
otro era contrario adversario,
conflictos
por la fuerza ciega
o por
jurisprudencia a tientas.
Hoy comprobamos
que con el exterminio
no solo de la
especie, sino de toda la naturaleza
esquilmábamos
recursos y añadíamos
más problemas
a los problemas …
a los
resultados nos remitimos.
Sólo se
elogia lo que interesa, las magníficas proezas,
pero bien
entierran sus vilezas, en la negación,
en el olvido,
y sobre todo en el timo, fruto del engaño…
¿Nos biengobiernan
nuestros gobiernos, ya de credos, recursos, incluso futuro?
¿Nos salvan
nuestros protectores, sumiéndonos en un tener que defender a nuestros mismos liquidadores?
No nos
dejemos engañar, ningún individuo resulta imprescindible …
tras los
cortinajes y ropajes, todos nacemos y morimos iguales.
Tampoco los
alegatos y credos, proposiciones y constituciones nos salvan
cual ecuación
irresoluble para llegar a la misma resolución irresoluta,
que si una
proposición es falsa, falsa es también la conclusión.