martes, 19 de diciembre de 2017

Tiempos de tradiciones




(tradición y modernidad)

En estos días en los que conmemoramos tradiciones, nos es necesario hacernos conscientes de esta fuente de conocimientos, que basada en experiencias y querencias de nuestros antepasados, nos dan la oportunidad de perpetuar garantías de nuestra supervivencia “social”.

Si bien, puesto que no están basadas en la ciencia, muchas de estas experiencias han podido ser interpretadas o explicadas de modo erróneo que al transmitirse oralmente, siendo a su vez susceptibles de aumentar, aún más, los errores. Por ello, en cierto modo, la necesidad de cuestionar o revisar, así como de adecuarse al grado de civilización y civilidad que una sociedad adquiere por su misma experiencia.

Todas las sociedades antiguas han participado de este tipo de transmisión, vía oral y lúdico, y así, generaciones tras generaciones, heredan y transmiten su cultura proporcionando una identidad arquetípica al colectivo. Y es que los grupos sociales requieren de ciertas rutinas que organicen referencias temporales y espaciales, acciones colectivas … así de modo rutinario generan costumbres socializadoras y de ellas tranquilizadoras, sosegadoras. Las costumbres pasan con el tiempo a tradiciones.

Hoy en día que las tecnologías irrumpen al igual que las  migraciones, se invade de modo intensivo y extensivo, todas las áreas y modos de vida de los pueblos, corriendo éstos el riesgo, y el connatural miedo, de perder sus señas de identidad y así, al par que se dan signos de progreso, se producen en éstos, deseos de volver a unos modos de vida que -catalogados de “tradicionales”- resultan artificiales y folklóricos, que no ya tradicionales en su esencia. Así, unas costumbres entran en conflicto con otras.

Estos sentimientos se floculizan (de floculación) con frecuencia en grupos de tendencia de opinión que posteriormente reincidirán en formaciones políticas de corte tradicionalista… tras las cuales buscan salvar derechos privativos y preferentes a ellos, y excluyendo de tales a los advenidos, canalizando, eso sí, ciertas frustraciones de ese sector de población y fragmentando a aquella sociedad. Curiosamente los grupos de extrema derecha basan un estilo de exagerado predominio de estas formas denigrando lo exógeno y foráneo y a las gentes que difieren de ellos.

La intolerancia de estos grupos que se enervan en dictadores sociales, -de lo que es o no es permitido- para el resto de los societarios de esa sociedad. Estos corpus sociales unas veces se revisten de credos religiosos en sociedad creyentes, y en las laicas, de formas políticas. Unos y otros rompen las reglas de juego, trampeado las formulas establecidas para lograr su fin ansiado, una supremacía de unos que a su vez aniquila a los otros.

Así, no seamos intransigentes con las tradiciones y hagamos síntesis inteligente de las costumbres, que siempre será mejor la convivencia y el progreso que la aniquilación de unos a otros, porque con la deriva de la destrucción a la autodestrucción todos perdemos. Se hace necesario conciliar costumbres para ganar en calidad de convivencia y vida.

Tomando la Historia como testigo, ¡avancemos! ¡Nunca ha prevalecido la involución!

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