Cuando
el amor es rebelión.
En el
trasfondo de todo idilio amoroso existe, normalmente solapado, un conflicto que pasa desapercibido -y
que no se afronta- resultando ser el
intento de transgredir el “tabú” del modelo social de poder establecido.
Los
enamorados normalmente mueren no fruto de su amor sino como consecuencia de
intentar romper esas normas estructurales informales no escritas que todo el
mundo cumple y que por su incumplimiento se ven abocados al castigo o
autocastigo…
En la
actualidad siguen muriendo enamorados que precisamente por amor, libre de los
convencionalismos, rompen o intentan romper las estructuras y formulas
convenidas en una determinada sociedad. Así sucediera en su momento cuando los
primos nijareños de “Bodas de Sangre” buscaran, en una mula, un camino para su
libertad. Así aconteciera a los enamorados de Antequera, Tello y Tagzona, él
cristiano, ella mora. También a los conocidos amantes de Teruel, Juan de
Marcilla e Isabel Segura, aunque en este caso fuera la pobreza de él, la que
impidiera el enlace… Y los prototípicos Romeo y Julieta… donde a las claras se
confrontan conflictos de poder sobre territorialidad… [Dejo a un lado a los protagonistas de
“La Celestina”, Calixto y Melibea por desenvolverse en otro ámbito moral y doctrinal, más en línea con
las novelas de Giovanni Boccaccio y unas tesis próximas a la burguesía mercantil, el padre de
Melibea llora, tras la muerte de su hija, el sinsentido de sus logros y
riquezas alcanzados, aflorando el conflicto, ya señalado, entre el 'querer ser'
y el 'tener que ser', que atrapa a todos los personajes. Junto al asunto de que
Melibea fuera de familia conversa y la orquestación ceremonial demasiado
asfixiante hacia el impulso natural del goce humanista. Recordemos la “Utopía”
del coetáneo Erasmo de Rotterdam quien reclamaba que “antes de comprar catasen”
aunque tal iniciativa es “rematada” con un argumento sancionador, las
veleidades transgresoras se pagan y penan… el Tribunal de la Santa Inquisición
ya indagaba y olfateaba a la sociedad castellana…]
¿Cuántas
luchas de vecindad entre unos de un pueblo vecino con otros por desacuerdos en
estos trances amatorios pues tras el amor siempre se entremete la imposición
del poder y su orgulloso rebate… o esas
incursiones de conquista no amatorias sino meramente procreadoras y
demográficas (Rapto de sabinas por los romanos) frente el conflicto mitogénico
y eterno de Eros y Thanatos…
Han existidos
otros amores, los “platónicos”, ¿qué fuera de Beatriz para Dante, y Laura para
Petrarca, o la mismísima Dulcinea para el caballero andante Don Quijote?; los “románticos”,
tanto en la literatura o en la música, porque todas sus señoras, por soñadas,
eran reales… pues nada abstracto surge de la imaginación sino de lo concreto.
Y es que EL AMOR TIENE ETAPAS, MODOS Y
NIVELES.
El amor enciende y apaga, abre y cierra, es
cerebro y cálculo, y hormonal locura. Es generosidad y ab-negación, y eso que
llamamos “amor propio”. Es contención y distensión.
El amor es atracción y dominación, es impulso
y sumisión, entrega y donación, también preservación... arriesga y protege: superación
y supervivencia... paciencia y constancia.
El amor es también contradicción, destrucción
y frustración, incoherencia e impotencia, ... porque no lo puede todo, pese a
quererlo todo, querer por voluntad o por amor...
EL AMOR ES LA MISMA VIDA, LA VIDA ES EL MISMO AMOR. Es por ello que el amor deba
entenderse como la vida misma, cada cual la vive de un modo y a su modo, nadie
ni nada igual, la vida es tragedia, la vida es plenitud, la vida es … y tanto el amor como la vida y hay que
saberlo regar y cuidar, podar y abonar cada día y cada instante... CUIDANDONOS DE, QUE EL AMOR ES REBELIÓN… cuídate pues de él.