De
cara a la Celebración del “Día de la Constitución”.
Una
constitución de ciudadanos libres, iguales en un estado de derecho, cohesionados y solidarios.
Es en la Baja Edad Media*
cuando el poder de la monarquía se encuentra incipiente, y el poder de los GREMIOS
PROFESIONALES comienza a aglutinar sus fuerzas, tanto económica como
evidentemente, social, es entonces cuando aparecen formulas de contratos vinculantes entre
la realeza y estos sectores profesionales conscientes de su pujanza y presencia.
En estos momentos la realeza ejerce una fuerza “representativa” que necesita de
la fuerza pragmática y operativa de llevar a cabo determinadas empresas de
interés común. Estos acuerdos o fueros conectaban las aspiraciones de ambos
bandos. Es de este modo como la monarquía adquiere una fuerza
que descuella sobre la nobleza estamental en la que logra imponerse
no sin permanentes conflictos… La Nobleza valía su importancia en la
prestación de protección, que no de producción, donde si pesa el carácter
emprendedor comercial y producción del nuevo sector de población… El castillo y
la abadía dejan de ser centro del organigrama de la población para pasar a
la ciudad y la acción CÍVICA y comercial.
Al construirse el Estado Moderno
se descompensa este equilibrio de fuerzas al magnificarse el bando monárquico
con el ejercicio del Autoritarismo que deriva al Absolutismo, cuyo exceso le llevará a la quiebra,
primero con la Independencia de los EE.UU. de América respecto del Reino de
Inglaterra, y la posterior Revolución Francesa, cuando se redactan cartas (de
los Derechos del Hombre), contratos (social), declaraciones (de independencia)
y constituciones… y la sociedad de ese momento reequilibra fuerzas y dinamismo.
Son los escritos y doctrinas
de los Humanistas, sobretodo Erasmo de Rotterdam, y luego los Ilustrados,
Voltaire, D´Alembert, Rousseau, Montesquieu, éste en el Espíritu de las Leyes y
su división de poderes, sobretodo éste último, los que ponen las bases para la
revolución y consiguiente transformación de la sociedad monárquica en burguesa,
y años más tarde, en proletaria, mediante las doctrinas de Marx y Engels… Estos
nuevos Estados precisan de Declaraciones-Contratos que armonicen las demandas y
aspiraciones de toda la población. La necesaria transformación al hilo de los
tiempos encontrará grandes trabas sobretodo por esas facciones sociales que
caducas se resisten a perder privilegios y que desadaptadas buscan cómo
sobrevivir y justificar su presencia, sobretodo en sociedades viejas como en los
Estados europeos…
* la Edad Media (“europea”) dispone de una idea central común que aglutina a los diferentes
territorios romanizados en el que subyace la necesidad de la recuperación de la
Identidad idealizada y añorada del Imperio romano. En esta concepción de
Imperio se sustituye al adversario bárbaro por el creyente del Islam, cuya fe
aglutina a muchos pueblos que compiten en la dominación-acaparación de la
economía y riquezas, en cuya situación lograra esplendor y garantías de
seguridad. Del Imperio Romano de Oriente
guarda la sacralización de los estamentos del poder con la que pretende aglutinar
a esta sociedad. La fe, la religión, se argumenta y reviste como justificadora
de las acciones del existir del hombre. El hombre vive y muere por la religión.
La guerra, instrumento de combate y eliminación de adversarios se sacraliza, y
“por Dios” se legitima la muerte… simples guerras de religión, que esconden la
aniquilación del ser humano.
¿Qué
hay del pasado en nuestro presente?
como podemos ver aún perduran muchos atuendos mentales...