Las creencias de hoy no son de ahora… “creernos en manos de los dioses” es ya
antiguo… si protegido de Hera,
enemistado de Zeus, y enmarañado con los partidarios de los tales y cuales… y por
ello, entendiéndose al ser humano cual juguete de un destino, y los
consecuentes e inherentes desatinos añadidos… (“daños
colaterales” que llaman ahora)
Reminiscencias del pasado ancestral sobre nuestro pensamiento
actual… algo así como el coxis óseo en
nuestro esqueleto, vestigio de lo que un día fuéramos… Así los “clásicos” y desde entonces… creencias para acaparar
aflicción y alivio… o consuelo en la justificación que lo que nos ocurra, “ocurre
por algo”… -así ya tramado también en la
urdimbre bíblica… y de aquellos tejidos, nuestros vestidos-, cuando ocurre por
nada, proyectando en el cielo nuestro confuso infierno.
Así la Tierra, así el Cielo. Las confabulaciones y
tribulaciones de aquí, puestas allí, “en el Cielo como en la Tierra…
Ciertamente, aquí “sobre el terreno”, son observables maquinaciones,
revoluciones, sublevaciones, confabulaciones,… para infringir un mal
generalizable a muchos, y lograr la “ortopraxis” de pocos… Así por los siglos… y de ello, sin
cuestionar, llegar a creer que sea sempiterna la injusticia. Luego nos creamos–creemos
la redención con un mesías… y hasta el mismo Jesús de Nazaret se halla
contextualizado en un momento crucial de dominación… y como rebelde, aniquilado
por disquisiciones “jurídicas” (normativas) emanadas de esa Casta dominante-confabuladora
para explotar…
Pero ahora yo me pregunto, ¿si existe el mal, por puro
contraste, su antagónico bien es precisa su presencia?… ¿Existen confabuladores
del bien?... ciertamente, ¡no! Los “buenos”,
no confabulan… son pacíficos, mansos, inocentes… en su lugar crecen unos “seudos”,
aprovechados que bajo el marketing de lo “bueno-bonito-barato”, clavan el fraude…
¡Ah, y me quedan los “ángeles custodios”, figuraciones celestes que nos
protegen… sin enmendar desatinos y destino… remediando, dicen, pero sin curar,
¡Es lo que hay!