LO QUE
DICEN DAR Y LO QUE EN REALIDAD PRODUCEN
En la
vida, cada uno de nosotros nos hemos ido haciendo con “referentes
comportamentales”, eso que algunas veces denominamos “educación”: pautas de
conductas personales e interpersonales.
Y sin apelar a connotaciones “clasificatorias” convencionales y
confesionales, sí admitir que la “educación” y la “moral” van de la mano… (si
bien no son lo mismo)
No es
preciso ni necesario disponer de un enorme catálogo taxonómico de comportamientos. Tan sólo una moral de “reciprocidad”, de
tratar al otro como te gustara ser tratado. Esto es empatía, pura “figuración”
afianzada en el aprendizaje observacional en relación a las consecuencias de
las acciones de las que somos testigos o artífices.
Centrándonos
en la vida y costumbres de nuestros ciudadanos, miremos a estos que presumen de
asistir a afamados colegios, de pertenecer a excelentes y esforzadas castas/familias
selectas. Estos precisamente que desprecian y arrollan a los “educados” en las
hacinadas escuelas y universidades públicas.
Pues sí,
estos “educados cívicos” son los que a sus conciudadanos tratan como a
animales, explotándolos, despreciándolos… ¡A éstos, pues, pido “educación” y “reciprocidad”
¡NO POR LO QUE DICEN DAR, SINO POR LO QUE EN REALIDAD PRODUCEN!
Por tanto
no vengáis más a presumir y a lucir vuestros inflados títulos, bien pagados,
con dineros o favores. A venderme cátedras o eméritos puestos de oposiciones
amañadas. Dejadme con la honradez y el sentido común; con estos dos pilares y
mucho valor y convicción, cualquier mortal monta su trono o su altar, y así
rendir cuentas a la sociedad y a la eternidad.